Tocar en público

El escenario forma parte casi natural de la vida del músico. Ya sea este profesional o estudiante, el escenario puede transportar al músico al más sublime de los cielos, sintiendo la plena comunión con el público y la música, o, por el contrario, al más frustrante y doloroso de los infiernos, arruinando horas y horas de trabajo e ilusión incondicional.

Paulatinamente, conceptos como “ansiedad escénica”, “miedo escénico” o, incluso, “pánico escénico” han ido adquiriendo visibilidad en el mundo musical. Las encuestas demuestran que no es un problema anecdótico, sino más bien un problema casi endémico muy arraigado en el universo de la práctica musical.

La ansiedad o el miedo, son el síntoma, como la fiebre, pero no son la dolencia en sí  misma o el problema a erradicar. Un psicólogo musical puede ayudar a buscar la raíz del problema y las vías para solucionarlo desde la música y por la música.

¿Cuál es la raíz del problema?

¿Qué explicación podemos dar al hecho de que algunos músicos se vean afectados por el escenario y otros no? ¿Qué provoca esta problemática? ¿Cómo puede solucionarse?

Cada una de estas preguntas interacciona entre sí para ofrecernos una primera aproximación al problema de la ansiedad escénica:

  • A pesar la generalización del uso de los términos “ansiedad”, “miedo” o “pánico” escénico, hay que tener muy presente que cada caso individual, cada músico y cada persona persona, son diferentes y necesitarán un abordaje más o menos diferenciado:

    • La ansiedad o el miedo son el síntoma, no son el problema.

    • La ansiedad o el miedo no se “curan”, la solución consiste en comprender qué los está generando. 

  • Son muchos los factores que intervienen en estas situaciones y, antes de que nada, habrá que observar y comprender qué circunstancias y qué elementos se dan en cada caso y como se han combinado entre sí para acabar facilitando el surgimiento de este malestar.

  • A pesar de que pueda parecer puro sentido común, muy a menudo la solución a “estar nervioso” no es intentar “relajarse”. Sin una comprensión del por qué de estas inseguridades, será casi imposible restablecer el necesario estado de confianza y seguridad en un mismo.

  • Estos factores y circunstancias deberán bucarse tanto en la propia historia personal de quien lo padeca como en el contexto en que tiene lugar, especialmente en el ámbito educativo o formativo.

    • La formación recibida puede tener un gran peso en la aparición de la ansiedad o miedo escénico.

    • La relación con algunos profesores o el estilo de enseñanza recibido puede haber dejado secuelas imperceptibles pero de gran impacto psicológico.

    • El tipo de técnica o estilo de estudio puede, también, influir en una mayor dificultad para transferir el trabajo personal a la dimensión escénica.

  • La personalidad de cada músico juega un papel importante, pero hay que ampliar la lectura a nivel sistémico y comprender cómo interactúa el músico con su entorno, qué aprendizajes ha recibido y qué representa para él hacer música y el hecho de actuar en público.

Hay que tener presente que, muy a menudo, los problemas en el momento de tocar en público surgen de sobreentendidos profundamente arraigados en el imaginario colectivo del músico:

  • Se da por sentado que después del estudio individual le sigue de manera natural y lógica el hecho de tocarlo en público.

  • Se sobreentiende que si sabemos tocar una obra solos la sabremos tocar igualmente ante los otros.

  • Se considera imprescindible, a veces innegociable, poder demostrar en una audición con público el resultado del trabajo realizado durante un curso.

  • Se presupone que no hay que aprender nada especial para poder tocar en público.

  • Se presupone que todo el mundo puede y debe tocar en público. En caso contrario, es que hay un problema.

¿Cómo se puede abordar la ansiedad escénica? ¿Qué soluciones hay?

El abordaje óptimo se basa en una lectura amplia e integradora del problema:

  • Una vez analizadas las causas, hay que poder generar un nuevo marco de confianza para dar un nuevo significado al hecho de tocar en público:

    • ¿Tocamos en público para ser aprobados, por obligación, por convencimiento, para comunicar?

    • ¿Percibimos el público como una amenaza, como unos jueces implacables, o bien como personas con capacidad de comprensión, generosas, con el deseo de apreciar aquello que tocamos?

    • ¿En qué centramos la atención cuando tocamos en público?

    • ¿Sabemos establecer las preparaciones o rutinas necesarias para activarnos adecuadamente antes de tocar en público?

  • Habrá que atender a las tres dimensiones en que se manifiesta la ansiedad (corporal, emocional y cognitiva), pero siempre a partir de cómo se vive en primera persona la experiencia musical a cada instante.

  • Allá donde han surgido respuestas instintivas compensatorias de tipo automático, habrá que buscar nuevas respuestas más adaptativas basadas en qué se puede hacer para estar mejor y no en qué se evita hacer por no estar mal.

  • La exigencia, las expectativas, el perfeccionismo, el control, la comunicación, la expresividad, serán elementos esenciales a regular y poner al servicio del bienestar.

  • El entorno en qué tiene lugar este proceso también deberá ser revisado a favor de la creación de un marco generador de confianza y apoyo.

  • Evidentemente, la práctica progresiva será el camino final a transitar para lograr confianza a partir de experiencias positivas acumuladas.