La partitura ha representado, en buena medida, una especie de elixir de la vida para la música. Sin la escritura y la lectura musical, un arte tan efímero como la música habría quedado condenado a la tiranía del instante y todas las limitaciones que éste comporta en forma de olvido. Evidentemente, no todas las músicas han dependido por igual de la partitura, solo aquellas que han transcendido el ámbito de aquello tradicional o popular y han desarrollado culturalmente un universo simbólico de una cierta complejidad. Igualmente, la aparición de los soportes de grabación audiovisual ha permitido inmortalizar algunas manifestaciones musicales sin la necesidad de transcribirlas a una partitura.
A pesar de sus innegables ventajas, la lectura musical va acompañada últimamente de una cierta sombra de sospecha a nivel pedagógico musical. Todo aquello que parece tener de elixir, por un lado, también parecería tenerlo de veneno, por otro. Muchas voces han denunciado la tiranía de la partitura, su papel en la despersonalización y mecanización de la música y su efecto nocivo sobre la emoción. Así, por culpa de la partitura y de la lectura musical, muchos alumnos acaban viviendo la experiencia de aprender música como un acto faltado de sentido afectivo y estético. Hace falta, pues, reflexionar sobre el uso de la lectura musical en el aprendizaje musical y valorar sus pros y contras.
La primera consideración que habrá que llevar a cabo será, pues, revisar la utilidad de la partitura y, por lo tanto, la necesidad del aprendizaje de la lectura musical; es decir, ¿qué función desarrolla la partitura en el aprendizaje musical?
- Cómo hemos comentado, la partitura nace de la propia esencia de la música: su efimeridad. Aquello que constituye la magia de la música, también constituye su fragilidad, su talón de Aquiles. La música nace y muere prácticamente al mismo instante, fugazmente nos traslada a su paraíso y al cabo de un instante nos expulsa de él para siempre jamás más. Sólo unas pocas manifestaciones musicales se salvan de esta condena, pero el precio que pagamos es en forma de simplicidad y de brevedad. La única manera de pervivir sin partitura que tiene una música es adaptarse a las limitaciones de la transmisión oral, que son, simplemente, las limitaciones de la memoria humana.
- Por lo tanto, la partitura y la lectura musical aportan dos beneficios indiscutibles: El acceso a un legado histórico cultural que sin partitura se habría desvanecido por siempre jamás más en el olvido y, sobre todo, la posibilidad que este legado pudiera superar las restricciones impuestas por las limitaciones de la memoria humana.
Hay que considerar este último punto con especial detenimiento. El cerebro humano es, sin duda, una maravillosa y poderosa máquina de procesar información. Los frutos de la mente humana, sean del tipo que sean, impresionan: ciencia, arte, espiritualidad, cultura, tecnología, afectos, etc., el cerebro humano parece no tener límites en cuanto a potencial. Pero en realidad sí los tiene ya que todo aquello que sobresale tan magníficamente a nivel cualitativo muestra, por el contrario, muchas más limitaciones cuando lo consideramos desde un ángulo cuantitativo. Y estas limitaciones se manifiestan en dos dimensiones, principalmente:
- Capacidad de almacenar información a largo plazo.
- Capacidad de retener en la memoria de trabajo una cantidad de información más allá de un límite. (La memoria de trabajo es la memoria a corto plazo, aquella que utilizamos para mantener provisionalmente información a la conciencia mientras realizamos una tarea).
- En cuanto a la memoria a largo plazo, nos encontramos con la contradicción aparente de que muchos intérpretes pueden memorizar un repertorio ingente, miles de horas y páginas de música. Parecería, pues, que el cerebro humano no tiene tantas limitaciones en este sentido y que la utilidad de la partitura sería en cierta manera cuestionable.
- Pero debemos considerar cautelosamente este dato: ¿esta cantidad ingente de repertorio, cómo ha sido memorizada?
- Y aquí es donde debemos considerar el papel que juega la memoria de trabajo y sus limitaciones: para poder memorizar una cantidad tan impresionante de repertorio hay que poder repetirlo un número más que considerable de veces y, además, comprenderlo i elaborarlo a través del análisis.
- Por lo tanto, a pesar de que la memoria a largo plazo sea poderosa, su eficacia depende de la capacidad de aprendizaje condicionada por la memoria de trabajo.
Considerando estas características de la memoria humana, podemos empezar a entrever el sentido de la necesidad de la partitura y de la lectura musical. Sin un soporte físico externo, el cerebro humano no puede gestionar tanta información musical simultáneamente y retenerla posteriormente en la memoria durante mucho de tiempo. Habrá que considerar otros factores, pues, para poder ponderar mejor el papel de la lectura musical en el aprendizaje, así como sus ventajas y desventajas.